jueves, 14 de diciembre de 2006

UNIDAD, Todos Somos Uno...!!!!!!!

El gusano y la Manzana

¿Cuál es la diferencia entre mi ego y mi ser espiritual? Tengo entendido que Freud decía que el ego era el ser físico, emocional y mental. ¿El ego, es lo que los sicólogos llaman el "yo"?

Imagínate por un momento que eres una manzana con una preciosa cáscara brillante. Pules la cáscara cada día, y parece hermosa a la vista de todo el mundo.

Esa manzana es como nuestras personalidades. Nuestras personalidades están llenas de máscaras. Llenas de conceptos ideales de cómo tendríamos que comportarnos y qué tendríamos que hacer. Estos conceptos ideales nos dicen que deberíamos ser gente buena, que no deberíamos enojarnos, que deberíamos ser exitosos, que deberíamos ser padres amorosos. Nos proveen con un billón de presunciones acerca de cómo tendríamos que ser.

Y caminamos durante toda nuestra vida pretendiendo ser eso. Continuamos puliendo el afuera, pero el centro y la esencia de quienes somos tiene un gusano muy grande arrastrándose por dentro. Y este gusano ha sido creado por rabia, depresión, auto-abandono, pérdida del espíritu y pérdida de la verdad de quienes somos.

Para que la parte exterior de la manzana sea realmente brillante - sea realmente perfecta, sea realmente luminosa - tenemos que ir adentro y remover lo que no es real. Ese gusano grande y feo ha estado nadando alrededor de nuestra conciencia, bloqueando la luz del amor incondicional en nuestras raíces o en nuestro centro.

Así es que este Sistema va hacia adentro y comienza a desintegrar a este gusano. Lo empieza a sacar pedazo a pedazo. Y a medida que los pedazos van saliendo, comenzamos a ver las mentiras. Comenzamos a ver las máscaras, comenzamos a ver la falta de verdad. Comenzamos a escuchar las voces que nos mantienen en limitación.

En realidad, comenzamos a ser concientes de nosotros mismos. Y al mismo tiempo, nos hacemos concientes de lo que no somos.

La esencia o el centro de lo que somos es la unidad, que es ilimitada, el amor que nunca cambia. Y lo que no somos también se vuelve muy claro.

Entonces, nos permitimos ser eso y ver a través de ello. Nos permitimos ser esos pedazos del gusano que están atrapados dentro de esta hermosa manzana y los expulsamos. Expulsamos cada pedazo que no sirve.

Y luego el centro, o el amor, que se había hecho diminuto, nuevamente comienza a brillar. Y el interior de la manzana se limpia y todo se completa. Entonces la superficie adquiere una nueva brillantez más luminosa - que es la verdad, que es lo natural - porque ha abrazado cada aspecto de si misma. Ha abrazado cada una de las partes que no quería ver.

Es la unidad de la unión.

Siempre digo que para poder ser divino, uno tiene que estar dispuesto a ser un cien por ciento humano. Tenemos que estar dispuestos a abrazar cada aspecto que juzgamos de nosotros mismos.

Necesitamos abrazar la codicia, necesitamos abrazar el miedo.

Necesitamos abrazar los celos.

Necesitamos abrazar la ira.

Necesitamos abrazar el egoísmo.

Necesitamos abrazar cada una de las partes que hemos estado escondiendo bajo la falsa brillantez de la cáscara de la manzana, para poder llegar a ser absolutamente completos.

Una persona iluminada no es una "buena persona".

Una persona iluminada no es una persona que "da y da para recibir aprobación".

Una persona iluminada no es una persona que abandona su grandeza para poder "encajar".

Una persona iluminada no es una persona arrogante, o "dueña de si misma", o que enmascara de alguna otra manera una multitud de cosas que percibimos como pecados.

Una persona iluminada es solo un niño inocente que vive en cada momento un cien por ciento, dándole amor a su Ser y a todos los demás, sabiendo que también son el Ser.

Ese es el yo de la unión, ese el yo de la Unidad, ese es el yo de la iluminación.

El yo de la personalidad, o el ego, es apenas ese gusano gordo que ha estado merodeando por ahí, comiéndose el interior de la manzana e impidiendo que la luz emane desde el centro.

Y es muy importante que también amemos a ese gusano, porque el también es la Unidad.

¿Qué es la conciencia?

La conciencia es amor, y el amor es una energía. Es una energía que está dentro de nosotros, y esta energía continúa expandiéndose y expandiéndose.

Es una experiencia interna de paz y de amor. Llamamos a este lugar, la conciencia.

Primeramente, experimentamos la conciencia como un espacio dentro de nosotros, y luego, a medida que esta conciencia se va expandiendo, comenzamos a experimentarnos a nosotros mismos siendo eso. Luego, cuando la ilusión se rompe y entramos en conciencia unificada, percibimos el amor - experimentamos el amor - en todo. El amor y la perfección.

Es una energía, es un sentimiento, es ilimitado, es todopoderoso.

Es el Uno.

Es lo único real y lo crea todo en todo momento.

Es muchísimo más grande que el intelecto.

No hay nada más grandioso que la conciencia.

¿Qué es el miedo?

El miedo son los sentimientos ilusorios y los sistemas de creencias que creamos dentro del cuerpo y de la mente en los estados iniciales en que creamos la separación del amor.

Cuando venimos al mundo somos extremadamente vulnerables. De hecho, un bebé es absolutamente indefenso, y depende totalmente del afuera para satisfacer sus necesidades. Y cuando esas necesidades no son reconocidas, comienza el pánico. Puede sentirse abandonado por sus padres o hermanos - o tal vez se sienta incomprendido, o descuidado, o hambriento, o sienta dolor - y así comienza a crear su experiencia humana de miedo, que es una respuesta a la necesidad de protección del afuera.

El miedo es la separación de la energía del amor. Es la experiencia humana. En otras palabras, cuando experimentamos miedo ya no estamos anclados en ese espacio llamado conciencia. Pero cuando estamos en la unión del amor, nada del afuera nos puede afectar. Porque el amor puro sabe que nada de lo ilusorio es real.

El infinito es siempre infinito. No hay nada que puedas hacer para cambiarlo. No puedes destruir el infinito. No puedes matar al infinito. Es eterno, nunca cambiante amor.

¿Cuál es el valor de la iluminación?

No hay nada más grandioso que la iluminación. Es lo único que tiene algún valor verdadero, porque es lo único real. Puedo tener fama, puedo tener dinero, puedo ser hermosa, pero seguiría estando incompleta, porque mi corazón estaría anhelando algo más.

Mi corazón siempre va a querer que yo regrese a casa, al amor a mi mismo.

Sin el amor a uno mismo, estos atributos y riquezas ilusorias no tienen valor. Con el amor a uno mismo, podemos jugar dentro de la ilusión como un niño; abrazando cada aspecto, encontrando la maravilla en la belleza y la magia de nuestras propias creaciones.

No hay nada más grandioso que estar iluminado y jugar dentro de la ilusión, porque el miedo se ha ido. No hay miedo a la pérdida y no hay miedo al sufrimiento. Solo hay alegría pura.

Siempre que quiero dar un ejemplo de esto pienso en Lady Di. Ella tenía lo que la gente percibiría como una vida idílica. Tenía posición social, tenía poder, tenía a su príncipe, tenía un palacio, era hermosa, tenía fama, lo tenía todo, incluyendo niños hermosos.

Pero nunca era feliz, sufría constantemente. Y ella es un ejemplo clásico de cómo las cosas en la ilusión no son satisfactorias por si mismas. Y la razón por la que no son satisfactorias, es porque creemos que somos nuestros apegos. Pensamos que somos nuestra riqueza, pensamos que somos nuestra posición social, o nuestra fama, o nuestros niños. ¡Y nos aferramos tan fuertemente a nuestras cajitas limitadas e invertimos una cantidad tan grande de energía tratando de controlar nuestro mundo!

Si nuestra libertad está basada en la ilusión, es tangible pero inconstante. Siempre está cambiando y siempre está presente el miedo a la pérdida.

Pero si nuestra seguridad está en el amor, nunca cambia. Está siempre presente y expandiéndose infinitamente. Nunca puede haber pérdida, nunca puede haber muerte. Sólo habrá un nuevo escenario con una multitud de caracteres diferentes, cada uno interpretando su parte para nuestra diversión.

¿Suena petulante? ¿Suena idealista? Tal vez. Pero es la verdad.

No hay nada real sino el amor, y estas ilusiones a las que nos aferramos con tal ferocidad son como nubes que se disuelven con el sol.

¿Necesitas renunciar a las cosas del mundo para iluminarte?

Este es el malentendido de la iluminación. La gente piensa que para alcanzar la conciencia humana completa tiene que renunciar, abandonar, perder. Es por eso que hay tanto miedo asociado a ello.

Pero esa no es la verdad. La iluminación te da abundancia y realización y riquezas mas allá de lo que jamás podrías imaginar. Pero para iluminarte, primero tienes que poder ver el apego a lo que es ilusorio, y ver que esas cosas, si bien se pueden disfrutar, no tienen un valor permanente. No brindan satisfacción permanente.

Entonces, las únicas cosas que tenemos que dejar ir son los apegos y las adicciones. Lo único que tenemos que soltar es el tratar de encontrar la realización dentro de la ilusión.

Así es que no tienes que renunciar ni tienes que abandonar, sólo tienes que ver a través y encontrar la verdad. Ver el verdadero valor de las cosas, y encontrar aquello que nunca cambia. Y anclarte ahí.

La religión nos ha impuesto la creencia falsa de que para santificarnos tenemos que dar a otros. Tenemos que abandonarnos a nosotros mismos en la causa de servir a los otros. Pero cuando damos desde ese espacio lo único que alimentamos es el resentimiento, porque el abandono alimenta el resentimiento.

Para dar en el afuera incondicionalmente - para poder dar servicio incondicionalmente - tenemos primero que darnos ese regalo a nosotros mismos.

La gente siempre me hace reír. Dicen, "Oh, no tengo tiempo para practicar, tengo que ...




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